Ha comenzado un nuevo curso escolar, o mejor dicho, una nueva temporada donde dejamos atrás los días de piscina y los horarios relajados, donde podíamos quedarnos hasta tarde en el jardín sin tener que comenzar cual coche de fórmula 1 una rutina que debe mejorar su tiempo día a día.

¿Es que alguien sabe de la razón de ser de 3 meses «quasi eternos» de vacaciones? Coincidirán conmigo en que a comienzos de septiembre los padres ya no sabemos ni de qué disfrazarnos para entretener a los pequeños de la casa, ni se nos ocurren «actividades lúdicas», de esas que implican estar concentrados en algo diferente a la televisión. A ello tenemos que sumarle que la cuota de paciencia que en julio estaba a niveles más bien altos (por ser positivos…), a fines del verano no sabemos si buscar una última gota en la planta -2 o -200 de un parking inexistente!

La verdad que pienso en lo que eran mis vacaciones de pequeña, y me viene a la mente el olor a césped recién cortado, tardes eternas de piscina, emprendimientos de niños que nos parecían grandes negocios…pero hay algo que se mantiene igual: qué largo era y ES el verano!!

Hoy lo vivo como mamá de dos niños: uno de 4 años para quien la curiosidad aumenta con los minutos y una pequeña de 1 año, quien está comenzando una nueva etapa llena de descubrimientos también.

Llegó la época de medir uniformes, comprar libros, y pensar a ver cómo organizaremos los horarios de la semana compaginando actividades extraescolares en el cole, fuera del cole, con idiomas, con deportes, todo para que los niños estén entretenidos, y con los sentidos abiertos 100%! y no tenemos que olvidarnos de la logística: nuestra gran «aliada» (o debería decir «enemiga»?), que hace que debamos sacar prácticamente una plantilla excel para ver quién recoge a quién, cuándo nos queda hueco libre y mil historias más que surgen con «el día a día».

¿Cuál es la historia más divertida (o de esas que mejor me río para no llorar jejjeje) que tenéis de la vuelta al verano?

Espero vuestros comentarios!