Hoy os propongo un post distinto. Un post con una opinión lectora. Ya os conté aquí, que siempre me ha gustado mucho la lectura, desde pequeña…de hecho, guardo especial cariño a la colección de Robin Hood (esos libros de tapas duras y amarillas), que era de mi madre, y que fueron compañeros en mis primeros pasos en la lectura.
Creo que tenemos que hacer todo lo posible por inculcar este hábito en los más pequeños. Hoy en día hay miles de opciones, libros interactivos, tradicionales, con solapas, así que no tenemos excusa!! Y es la puerta a un mundo lleno de imaginación.
Pero también me gusta poder tener un momento de «lectura adulta» y disfrutarlo. Hace unos meses, y de la mano de Madresfera, participé en una «cita a ciegas», os lo contaba aquí, que consistía en recibir un libro, leerlo y comentar una pequeña reseña. ¡La experiencia fue muy divertida! Espero que Madresfera lo haga de nuevo y poder participar!
Ahora, me he sumado al Club de Lectura de Mi cesta de mimbre, donde de la mano de Bárbara, leemos un libro todos los meses y, las que podemos, nos juntamos a comentarlo en Madrid. Es un grupo muy interesante, donde el amor por la lectura es el factor común, pero gracias al que he conocido gente especial!
Y a lo que vamos, el libro escogido (por votación) para este mes, ha sido La vida era eso, de Carmen Amoraga. En cuanto salió la opción yo lo tuve claro. Y os cuento por qué. Gracias a un grupo de Facebook de Mamás Argentinas en el Exterior, tuve la oportunidad de conocer en persona a la protagonista de este libro. Y es que Carmen, la autora, cuenta la historia de Giuliana y William. Una pareja a la que el destino le juega una mala pasada.
Pero para mí era la historia de Vivi. La Vivi a la que pude ponerle cara a partir de Facebook. La Vivi con la que pude compartir 2 días en Roma el año pasado, en un encuentro de unas cuantas Mamás Argentinas que han encontrado en este grupo 2.0 no sólo amistades, sino consejos y mucha compañía. La protagonista de la novela pasa por momentos durísimos, como puede ser la pérdida de su pareja, del padre de sus hijas a partir de una enfermedad terminal. Reconozco que no es un libro que hubiera escogido leer de no ser que conocía a la persona, y me ha sorprendido. Y agradezco haber podido leer una historia así.
Me ha sorprendido porque cuando podía pensar que iba a ser una historia muy triste (que lo es), Carmen cuenta también una historia de amor, una historia de una pareja, como cualquiera de hoy en día, que lucha por encontrar su lugar fuera de su ciudad natal. Cuenta una historia donde una persona saca fuerzas de donde no las tiene, e intenta, poco a poco salir adelante. Donde el duelo, es en compañía. Donde comparte y eso hace que la experiencia y el dolor sean más llevaderos.
Para mí, es importante porque al estar en una ciudad donde no tenemos familia, me he sentido identificada cómo en momentos difíciles, nuestros amigos, vecinos, compañeros, son los que nos ayudan, sin importar códigos culturales y vidas compartidas. Es un libro que a pesar de lo duro que puede ser por momentos, hace que lo terminemos con una sonrisa, y eso es lo mejor que puede hacer la autora. Porque es cierto, la vida era eso. Eso que nos pasa mientras vamos caminando…viviendo.
Un beso grande a Vivi, de una MAE a otra MAE.
Que tengáis linda semana!